Los incesantes ataques de las gaviotas cocineras a las ballenas de la Península de Valdés, en la costa atlántica de la Patagonia argentina, hicieron aumentar la tasa de mortalidad de ballenatos, alterados durante el amamantamiento
En la bahía de Golfo Nuevo, a algunas decenas de metros de la costa, cinco gaviotas revolotean por encima de las ballenas francas australes y se lanzan sobre el blanco como pájaros de presa.
Cada vez que salen a la superficie, las ballenas y sus ballenatos son heridos por los picotazos de las gaviotas que se nutren en su espesa capa de grasa. La ballena se arquea, hace movimientos bruscos para sustraerse de su agresor y rompe el contacto con el ballenato.
"Es en estas aguas que las ballenas se aparean y dan a luz. Es también el sitio del destete de los ballenatos. Al no tener labios para succionar las tetillas de la madre, la ballena arroja una leche muy espesa en el agua que el pequeño bebe. En cada ataque este proceso es interrumpido, y es un momento crucial del crecimiento de los cetáceos. La gran mayoría de los ballenatos encontrados muertos sufrían de malnutrición", explica Mariano Sironi, director de estudios del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) de Argentina.
Un ballenato necesita de más de 100 litros de leche materna por día.
Ballena, ¿qué gaviota te picó?
En su reporte anual, Sironi censó en 2012 unas 116 ballenas muertas, de las cuales 113 eran ballenatos. La mortalidad se duplicó en relación al año anterior.
"Si los ataques de gaviotas continúan, las ballenas abandonarán la península como lugar de reproducción y se exiliarán hacia otras regiones como ya se ve a veces al sur de Brasil", se lamenta el investigador.
Durante seis meses al año, a partir de junio, las ballenas francas australes se dan cita en las bahías de la Península de Valdés, paraíso de los cetáceos del Atlántico Sur y declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad. Cada año, más de 100.000 turistas concurren para asistir al espectáculo.
Se calcula que hay entre 1.500 y 2.000 ejemplares. Esas ballenas que aman las aguas frías de la Antártida, del Pacífico sur y del sur del Océano Indico miden de 13 a 16 metros de largo y pesan hasta 50 toneladas cuando son adultas. Al nacer, los ballenatos miden de 3 a 5 metros.
Estos últimos años, las gaviotas que pululan por la región perturban ese ecosistema sin igual.
La gaviota cocinera se nutre habitualmente de residuos de los barcos de pesca. Ahora, completa su alimentación picoteando el lomo de las ballenas.
"Las gaviotas atacan la piel primero y luego la grasa de las ballenas. Picotean varias veces en cada ataque. En ese momento, la ballena se sumerge y cuando vuelve a la superficie, la gaviota la espera. Ataca más a los ballenatos porque éstos tienen menos capacidad pulmonar entonces salen más veces que la madre a respirar", explica José Aníbal Cepeda, un guía que acompaña a los turistas en un barco que se acerca a los cetáceos.
Esos ataques provocan lastimaduras profundas, de hasta 10 centímetros, algunas ballenas presentan escaras de 1,5 metros de largo, lo que preocupa a los especialistas.
La bióloga del Centro Nacional de la Patagonia (CeNPat) Ana Fazio ha notado cambios en el comportamiento: "las ballenas adoptan un 'nado arqueado' para no exponer su lomo. Sólo se ve de las ballenas la cabeza y la cola, nadan en profundidad, huyen permanentemente, reaccionan a los ataques de las gaviotas con un costo alto en pérdida de energía", describe.
El director científico del Centro Nacional de la Patagonia, Marcelo Bertoletti, organizó el año pasado un relevamiento de gaviotas con cazadores profesionales. Al final de la temporada 2012, habían suprimido 140 pájaros.
El festín para las aves
A 10 kilómetros del puerto de pesca de Puerto Madryn, Bertoletti se extraña de ver entre 5.000 y 8.000 gaviotas en un basurero municipal a cielo abierto donde se pudren los restos de pescado. El olor es nauseabundo. Los pájaros se desesperan entre cabezas, espinas y colas de pescados.
"¡Esto es como un Mc Donald para las gaviotas! En teoría las empresas deberían enterrar todos los restos del pescado, pero eso rara vez ocurre, entonces queda todo expuesto y se alimenta a las gaviotas", lo que ayuda a que se multipliquen, advierte.
Teme además que las gaviotas transmitan "virus, bacterias u hongos que puedan en cualquier momento infectar a las ballenas".
Las ballenas de la misma especie pasan sus días felices en Africa del Sur o en Australia, por lo que los científicos tienden a pensar que la particularidad argentina es la superpoblación de gaviotas. Otras tesis como el encallamiento o el efecto de las radiaciones solares no son tomadas en cuenta para explicar el alza de la tasa de mortandad de los cetáceos.
Las autoridades de la provincia de Chubut (sur) prevén retomar a principios de julio su política de reducción de población de gaviotas, a fin de preservar la tranquilidad de las ballenas, el principal capital de atracción turística en la Península de Valdés.
fuente LA NACIÓN